viernes, 9 de mayo de 2008

Divorcio versus repudio

Hay situaciones que no son fáciles de aceptar por parte de los implicados, pero que los no afectados solemos opinar con cierta ligereza e incluso empleamos comentarios con contenido muy ligero, llevándolos, incluso, hacia lo ridículo. Nos estamos refiriendo al divorcio, pero nosotros no queremos, en este espacio, hacer comentarios sobre el porqué se produce, sino que vamos a referirnos al hecho mismo del divorcio o del repudio, al que tienen que hacer frente la pareja de afectados.

Me gusta hacer referencia a las etimologías (significado originario de los vocablos) y por eso diremos que divorcio (<dis-, prefijo que indica "separación"; verto, "volverse"), es decir, llevar a cabo un acto mediante el cual se "vuelve", separándose, a una situación anterior. Esto conlleva que dicho acto debe ser aceptado, en igualdad, por las dos partes que conforman la unión (no decimos que la unión tiene que ser entre individuos de diferente género -heterosexuales-, sino de dos personas que han decidido compartir sus proyectos y empujar juntos la carreta de la vida), por tanto es una decisión tomada en igualdad de condiciones y eso es un acto justo, por mucho que duela el tomarlo y, más aún, el arrastrar las consecuencias que ello conlleva: hijos (si los hay), posible desequilibrio emocional, etc.. En ocasiones, también hay una liberación de la pesada carga por parte de ambos, pero aquí no quiero entrar.
Por otro lado, la palabra repudio, procede del latín re-, repetición o movimiento en sentido contrario, de ahí que signifique también que destruye lo que se ha hecho. El otro elemento de esta palabra compuesta es pudeo, sentir vergüenza. La definición es fácil: sentimiento de vergüenza por estar con otra persona. En la antigüedad grecorromana era fácil repudiar, porque sólo estaba permitido al varón hacer uso del repudio, la mujer debía regresar a su origen, aunque sí podía llevarse todo lo que había aportado su familia como dote -no faltaría más-. Era un acto unilateral, un acto injusto, que no debería haber sido aceptado, pero que ahí ha quedado.

Hoy día obervamos que, en el momento que nos ha tocado vivir, hay situaciones muy injustas entre parejas: la imposición y dominio de un miembro sobre el otro -en un tanto por ciento elevadísimo, del varón sobre la mujer-, que incluso lleva al "repudio" de la otra persona. Pues, según mi opinión, sigue siendo tan injusto como desde la primera vez que surgió. La cultura occidental, en la que la iglesia católica ha tenido y tiene una incidencia importantísima, debería reflexionar sobre estas situaciones y llevar a cabo un "acto justo", es decir, no impedir que las parejas puedan tomar libremente, y en igualdad de condiciones, la decisión de separarse mediante el divorcio, de "volver" a un estado anterior de vida y todo el mundo tan feliz, pues no está en contradicción con lo expuesto en los textos neotestamentarios: todos debemos ser iguales.
Luis Domingo

2 comentarios:

dunia garcia dijo...

repudiar= desechar, no querer algo o alguien.
divorcio= separarcion de dos cosas, o personas que han estado unidas.

Unknown dijo...

Yo creo k para vivir una situación incomoda es mejor separarse.