miércoles, 25 de junio de 2008

Hija, nunca te cases con un marido


Me viene al recuerdo aquella magnífica tira cómica de Forges en la que representaba a una mujer con la plancha en la mano, dos hijos a su lado y al "marido" cogiendo unas cervezas del frigorífico. Ella le advertía a su retoño: HIJA MÍA, NO TE CASES NUNCA CON UN MARIDO.
     ¡Escalofriante y realismo puro!. No hace falta tener una sensibilidad especial para que el dibujo que reproduzco nos traspase los sentidos y nos hiera a todos en esa parte tan ¿insensible? como es la razón. Cuando digo a todos lógicamente me refiero a mujeres y varones, o ¿habría que decir en este caso, a machos y hembras?.

     El propio término "marido", ya se las trae: proviene del latín mas, maris, macho y derivan de él, entre otros, el adjetivo maritus, conyugal (ponerse juntos bajo un yugo), el sustantivo maritus, esposo y el verbo marito, fecundar. Creo que con la muestra es suficiente como para hacernos una idea bastante aproximada del paño que estamos hablando y cual es la hechura del vestido.

     Es evidente que lleva razón el genial Forges ¿Cómo unos progenitores pueden querer que su hija se aproxime a un individuo que se comportará cotidianamente como un marido? Un ser que asigna las tareas domésticas a la mujer con el argumento único del "porque sí y así son las cosas". Pero ¿quién ha dicho que así son las cosas? No, no y no; hasta el infinito no. Las cosas son de otra manera: compartir, compartir, compartir,... si a una parte le toca la lotería también le toca a la otra (no creo que en ese caso esté dispuesta a renunciar), y si lo que le toca es un fracaso, pues también hay que compartirlo: "porque sí y así son las cosas" (al menos, es lo que me gustaría que sucediera en todos los casos).

     Un varón y muy macho que sólo le preocupe de la casa el tener a un "cónyuge" al que fecundar, pues estamos apañados con el argumento. ¡Váyase a la porra, varón, y no se acerque por aquí!. Yo sólo quiero compartir ternura, proyectos, hijos, ilusiones, dificultades (espero que sean escasas), alegrías, ..., todo eso de lo que nos encontramos en el día a día, es decir, lo que llamamos el vivir.
     ¿Tan egoístas somos los varones como para pensar que tenemos derecho sobre otra persona a la que hemos prometido cosas que no vamos a cumplir? Problema aparte se dará en determinadas circunstancias, que presentan situaciones difíciles y que hay que asumir, pero siempre debe estar presente la verdad del amor y si no lo hay, al menos, del cariño y del respeto. ¿O no piensas así?.
Espero tus comentarios y párate a pensar un poco en tu madre, compañera, hija, amigas, etc.

Luis Domingo